Según una encuesta realizada a mujeres, las manchas son un motivo de preocupación estética incluso mayor que las arrugas. Las manchas, sean del origen que sean, producen una alteración en la homogeneidad de la piel, aportando un tono apagado que con frecuencia tiene un impacto negativo en la autoestima de las pacientes.
Por su frecuencia, hablaremos del melasma y los léntigos y de sus diferencias tanto en el motivo de su aparición como en la manera de abordarlos.
Existen diferentes opciones de tratamientos eficaces y seguros, pero todos irán de la mano de una protección solar diaria y estricta. Será fundamental que el dermatólogo diagnostique el cuadro y oriente sobre el tratamiento más adecuado en cada paciente, que ayudará a devolver la homogeneidad a la piel minimizando al máximo los riesgos.
DESARROLLO
El melasma es una alteración del pigmento que se presenta como manchas de bordes irregulares, generalmente grandes y que aparece principalmente en el labio superior, frente y pómulos. Afecta con más frecuencia a pacientes de piel morena (fototipos III-V) y típicamente empeoran durante las épocas de exposición solar.
La radiación solar junto con los estrógenos (hormonas femeninas que aumentan durante los embarazos y la toma de anticonceptivos) producen un estímulo de los melanocitos. Esto desemboca en un aumento de la producción de melanina, que al depositarse en epidermiso dermis provoca una pigmentación irregular de la piel.
El melasma es una mancha “rebelde” que requiere un abordaje contínuo, es decir, no buscamos una desaparición definitiva o permanente sino un aclaramiento inicial con terapia intensiva y posteriormente el mejor control posible ajustando el tratamiento a cada paciente y cada época del año. La constancia es fundamental en el tratamiento y una de las claves del éxito.
Los léntigos son una de las lesiones pigmentadas benignas más comunes. Se trata de manchas de bordes bien delimitados y generalmente de pequeño tamaño, a diferencia del melasma, y que suelen presentarse como lesiones numerosas o agrupadas. Pueden ser más o menos oscuras y se localizan en zonas expuestas a la radiación solar, generalmente cara, escote y manos.
Los léntigos se deben a un aumento del número de melanocitos y secundariamente, de melanina en capas superficiales de la piel. La exposición solar crónica es el principal desencadenante de la aparición de estas lesiones, sin que se haya demostrado una influencia hormonal tan clara como en el melasma. Esto hace que el tratamiento, en general, sea más satisfactorio y duradero.
En su mayoría, esta lesiones son benignas, sin embargo, previo al tratamiento destructivo de cualquier lesión en la piel, es imprescindible un diagnóstico dermatológico para descartar malignidad.
En la piel, podemos encontrar lesiones oscuras diferentes a léntigos o melasma, de diferente origen, y que requieren una valoración individualizada para hacer un diagnóstico correcto y orientar sobre el tratamiento idóneo. Una de las más frecuentes son las queratosis seborreicas, lesiones benignas de las que hablaremos en el apartado de tumores benignos.
TIEMPO
< 15
minutos
ANESTESIA
no precisa
SESIONES
1-2
RESULTADOS
3-4 sesiones
meses
DURACIÓN
alta
Precio del tratamiento
Desde 400€
SOBRE EL PROCEDIMIENTO
El tipo de lesión que queramos tratar condicionará en gran medida el abordaje. No obstante, un mismo tratamiento puede ser apropiado para lesiones de diferentes características si ajustamos los parámetros y la forma de aplicación.
El arsenal terapéutico para el tratamiento de las manchas es amplio y en la mayoría de las ocasiones el abordaje es global y combinado para mejorar y prolongar los resultados y minimizar los riesgos.
La rutina cosmética es un pilar básico e indiscutible del tratamiento de las lesiones pigmentadas de todos los pacientes. SI bien en algunos tipos de manchas tendrá más protagonismo, siempre aporta un plus de seguridad durante el procedimiento y una mejoría en la calidad de piel, así como en el mantenimiento de los resultados.
El láser es el método de elección para el tratamiento de los léntigos, produciendo absorción de la energía por parte de la melanina y destruyendo las células que la contienen. Durante los primeros días tras el procedimiento, las manchas se oscurecerán ligeramente como parte de la evolución normal, para progresivamente ir desapareciendo. El número de lesiones es variable según el número, la localización, la intensidad, el fototipo del paciente… y deberá individualizarse. Los léntigos tratados con láser tienen una respuesta en la mayoría de los pacientes muy satisfactoria. No obstante, cabe destacar que el daño solar acumulado por la exposición crónica a lo largo de los años, hará que recomendemos sesiones de láser de “recuerdo” adaptadas al ritmo de reaparición de los léntigos.
La combinación de diferentes láseres nos permitirá, en las ocasiones que lo requieran, eliminar manchas y estimular producción de colágeno y elastina en una misma sesión.
Mención aparte merece el tratamiento con láser del melasma por las características particulares en su origen y por su curso recidivante. El tratamiento con láser en este cuadro requiere siempre de un apoyo tópico domiciliario y en ocasiones también tratamiento oral, para reducir los riesgos del procedimiento y mejorar el control a medio y largo plazo.
Los peelings son tratamientos que pueden mejorar el melasma pero que no suponen un pilar del tratamiento de los léntigos.
La mesoterapia es una técnica que nos permite introducir principios activos en la dermis, potenciando su efecto. En este procedimiento, uno de los fármacos más utilizados es el ácido tranexámico, entre otras sustancias despigmentantes. La mesoterapia es un procedimiento cuyas exigencias en la recuperación son casi inexistentes, permitiendo una incorporación a la vida diaria inmediata. Como en otros tratamientos, se requieren varias sesiones para obtener una respuesta satisfactoria (con una frecuencia ajustada a cada caso).
La mayoría de los pacientes se beneficiarán de un tratamiento combinado que da paso a un manejo integral de la piel, siempre basado en un diagnóstico dermatológico.