La rosácea se trata de una patología inflamatoria frecuente en la población general, que afecta de forma importante la calidad de vida de los pacientes que la sufren. Comparte rasgos con el acné, aunque tiene peculiaridades que hacen de la rosácea una entidad que conviene conocer y tratar, preferiblemente en sus fases iniciales.
A ojos dermatológicos, la rosácea se puede diagnosticar clínicamente, es decir, no requiere de pruebas complementarias. En la mayoría de los pacientes hay varios factores que influyen, dando lugar a la aparición de granitos, rojez y sensación de piel sensible.
TIEMPO
25
minutos
ANESTESIA
local
crema
SESIONES
desde 3
mínimo
RESULTADOS
> 3
meses
DURACIÓN
Depende cada Paciente
Precio del tratamiento
Desde 400€
SOBRE EL PROCEDIMIENTO
Tratar una piel con rosácea requiere conocer y abordar todos los factores que influyen en su aparición. Vamos a desglosar en detalle porqué aparece la rosácea y qué tratamientos hay disponibles para abordarla:
– Hiperproducción grasa: El tratamiento de la grasa es un pilar básico para comenzar la recuperación de una piel sana. La hiperproducción grasa que ocurre en la rosácea no solo afecta a la integridad de la función barrera, sino que genera lesiones inflamatorias (“granitos” con/sin pus). El abordaje puede hacerse mediante cosmética médica (a través del ajuste de la rutina), aunque en muchas ocasiones requerirá tratamiento oral (derivado de la vitamina A o antibióticos), que controlará de una forma mucho más eficaz el funcionamiento de la glándula de grasa.
– Alteración de la función barrera: debido a la irritación que produce la grasa, nuestra piel se convierte en un “jersey de ochos” incapaz de conservar sus nutrientes. Esto es lo que se conoce como alteración de la función barrera y se traduce en la sensación de piel sensible que refieren los pacientes. Controlando el funcionamiento de las glándulas de grasa y eligiendo principios activos adecuados en la rutina tópica, buscamos convertir tu piel en un “neopreno”, devolviéndole sus funciones y reduciendo esa sensación de intolerancia y sequedad.
– Sobrecrecimiento de Demodex: el demodex folliculorum es un ácaro de muy pequeño tamaño que vive en el folículo piloso y se nutre de la grasa. De ahí que cuando haya exceso de sebo, se facilite el sobrecrecimiento de este ácaro que tiene mucho que decir en la rosácea. Clínicamente lo veremos como pequeñas espículas blanquecinas, y contribuye a la rojez, al picor e incluso a la aparición de pequeños granitos. En ocasiones, el demodex predomina de tal forma que denominamos al cuadro demodecidosis, y sólo controlando dicho sobrecrecimiento mejorará de forma llamativa la sintomatología.
– Alteración de la vascularización: la inflamación de la barrera cutánea aumenta la vascularización de la zona, lo que desemboca en la aparición de telangiectasias (son vasos que quedan permanentemente dilatados y visibles). Por otro lado, también habrá aumento de la vascularización que se haga visible solo de forma brusca y transitoria y antes estímulos como los cambios de temperatura, el alcohol, el picante… Este fenómeno se denomina flushing. El componente vascular mejorará de forma diferencial con terapias de luz (láser vascular o IPL), que también puede contribuir a lo largo del proceso a reducir el componente inflamatorio de los granitos.
Como ves, la rosácea requiere en la mayoría de los pacientes un abordaje a varios niveles con estrategias variadas, que nos ayudará a un control más global del cuadro y de la sintomatología.